Se trata de una enfermedad que se transmite por la picadura de un mosquito. El mosquito picará al perro introduciendo lo que se conoce como larva 3 en su piel. Es allí, donde pasarán por dos estadios más, para a los 70-110 días después de la picadura, pasar al torrente sanguíneo, y de allí, a las arterias pulmonares.
La enfermedad por gusanos del corazón en los perros carece de predilecciones etarias o raciales específicas.
La mayoría de los animales afectados tiene entre 4 y 8 años de edad, pero lo cierto es que puede aparecer en perros de cualquier edad, incluso en cachorros de meses. Curiosamente los machos enferman 2-4 veces más que las hembras. Así mismo, las razas grandes, y los que viven el exterior, tienen mucho más riesgo de infección que las razas pequeñas o los perros caseros. El largo del pelaje no tiene incidencia en la enfermedad, ya que el mosquito transmisor pica en zonas desprovistas de pelo.

Síntomas

Curiosamente muchos perros son asintomáticos cuando se les detecta la enfermedad en un análisis rutinario. A pesar de esto, algunos de estos animales, tienen antecedentes de haber presentado disnea de esfuerzo, fatiga, tos, hemorragia nasal, pérdida de peso, o signos de insuficiencia cardiaca derecha. En alguna ocasión estos perros presentaron modificación del ladrido o su pérdida. En los primeros estadios de la enfermedad los síntomas pueden ser leves e incluso estar ausentes, pero no debemos descuidarnos, ya que en muchas ocasiones se trata de una enfermedad devastadora. Debido a la longitud del ciclo del parásito, los síntomas rara vez aparecen antes de transcurrido un año después de la infección, y generalmente no resultan evidentes hasta varios años después.

Una vez instaurada y desarrollada la enfermedad, los síntomas se harán evidentes, con mala condición corporal, aumento del ritmo respiratorio o disnea, distensión o pulsaciones venosas yugulares, ascitis, u otra evidencia de insuficiencia cardiaca derecha. La auscultación de estos perros ofrece signos bastante claros de que pueden padecerla.
Si hay migración de larvas a otros lugares como sistema nervioso central, ojos, arterias femorales, subcutis, cavidad peritoneal y otros, aparecerán signos relacionados.

Diagnóstico

Existen pruebas específicas para su diagnóstico, y también nos conduce a él, la visualización de microfilarias en una extensión de sangre fresca que será observada al microscopio. Existen técnicas de concentración para que este tipo de análisis tengan mayor fiabilidad. Debemos saber que entre un 20-75% de los perros infectados no presentan microfilarias circulantes.

microfilariosis

Las imágenes obtenidas en un estudio radiológico pueden ser normales en el inicio de la enfermedad, aunque los cambios marcados aparecen con rapidez en los pacientes con altas cargas de parásitos, como son dilatación de determinadas venas y arterias, y agrandamiento del ventrículo derecho. A nivel broncopulmonar se pueden identificar imágenes que corresponden a procesos de neumonía, edema, infartación alveolar y fibrosis.
La ecografía también puede ser sumamente útil en el diagnóstico de la enfermedad.
El electrocardiograma suele ser normal, aunque a veces hay arritmias, y señales de agrandamiento del ventrículo derecho, corazón izquierdo pequeño y dilatación de la arteria pulmonar.
Por lo general, los gusanos cardiacos se localizan en las arterias pulmonares periféricas, aunque también se encuentran en el interior del corazón, arteria pulmonar principal, y su ramificación, y venas cavas. Además, puede haber, ascitis, y efusiones pericárdicas, o pleurales.
En el hemograma, en un 50% de los casos nos encontraremos con aumento de eosinófilos., y en un 30% de los casos habrá anemia de tipo hemolítico. La falta de plaquetas (trombocitopenia) suele ser secundaria. A veces hay un incremento leve a moderado de las enzimas hepáticas y elevaciones de la urea en sangre. Podrá haber también proteinuria e hipoalbuminemia.

Antes de iniciar el tratamiento se debe realizar un exhaustivo estudio del perro, y debe incluir una serie de placas de torax, análisis de sangre con una bioquímica completa, un hemograma, y un análisis de orina.

Tratamiento

dirofilariasEl tratamiento incluye el uso de adulticidas (melanosomina y tiacertarsamina). Éste último medicamento ya no se fabrica, pero aún puede ser encontrado. Una vez instaurado el tratamiento es obligado el reposo durante 4 a 6 semanas, para reducir las secuelas de los efectos del medicamento y el tromboembolismo pulmonar. El periodo de reposo para los perros de trabajo debe ser aún mayor. Tres o cuatro meses después se debería realizar un análisis para detectar parásitos. Si en dicho análisis se descubre que todavía existen vermes, habrá que pensar si resulta o no adecuado repetir el tratamiento, dependiendo de la salud del paciente, expectativas de rendimiento y edad.

La destrucción completa de los vermes quizá no sea necesaria; incluso si algunos gusanos adultos sobreviven, la enfermedad arterial pulmonar habrá mejorado mucho después del tratamiento.
La melasormina (Immiticide. Lab. Merial) es eficaz contra gusanos cardiacos maduros e inmaduros, siendo los machos los que se eliminan con mayor facilidad. Se trata de un medicamento de gran potencia que puede provocar en el perro, intensos efectos secundarios: reacción local en el lugar de la inyección, que pueden ser leves o moderadas y que normalmente desaparecen por completo a las 4-12 semanas, pero en ocasiones son importantes. En algunos casos, los nódulos provocados por la inyección pueden persistir en forma indefinida. En otras ocasiones provocará tos o carraspeo. La mayoría de las reacciones observadas tras la aplicación del medicamento son de tipo conductual (tremores, letargía, inquietud, debilidad, ataxía, inestabilidad) y, respiratorios (jadeos, respiración superficial, crujidos, respiración laboriosa). La letargía, depresión y anorexia, aparecerá en el 15% de los perros tratados. Otros efectos adversos como fiebre, diarrea o vómitos son menos frecuentes.
La sobredosis con este medicamento puede ser fatal, por ser capaz de provocar edema de pulmón.
La enfermedad arterial pulmonar empeora desde los 5 hasta los 30 días después de la terapia adulticida, y es especialmente pronunciada en perros previamente sintomáticos. Los gusanos muertos y agonizantes inducen trombosis y obstrucción arterial pulmonar. Habrá depresión, taquicardia, taquipnea o disnea, tos y hemorragia nasal, y en ocasiones insuficiencia cardiaca derecha y muerte.. En estos casos, será necesario establecer el tratamiento oportuno, que consiste en recluir el perro en una jaula, inyectar corticoesteroides antes y después de haber iniciado el tratamiento, oxígeno, broncodilatadores, antibióticos, diuréticos, y a veces heparina, que será manejada con sumo cuidado por el riesgo de hemorragias.

Los resultados de los estudios serológicos son negativos en el 80% de los casos, 4 meses después de instaurado el tratamiento. El 20% restante lo será si se repite el tratamiento.
Cada tratamiento deberá ser individualizado en función del grado de infestación del paciente.
Una vez instaurado el tratamiento adulticida, tres a cuatro semanas depués, se procederá al uso de los microfilaricidas. Los más efectivos son la ivermectina y la milbemicina. Dado la gran rapidez con la actúan (3-8-12 horas) pueden provocar efectos secundarios que, aunque leves, deben ser tenidos en cuenta: letargía, inapetencia, salivación, arcadas, defecación, palidez y taquicardia. En general es suficiente con uno o dos tratamientos para acabar con todas las microfilarias.
La moxidectina y selamactina también se reconocen como microfilaricidas.

Prevención

La prevención de esta enfermedad, tras leer lo que os hemos expuesto anteriormente, se hace indispensable, y afortunadamente contamos con excelentes productos para  llevarla a cabo.

Lo que debe quedar claro es que sólo se debe dar a perros que vivan o que circunstancialmente vayan a viajar a zonas en que la enfermedad existe, y salvo raras excepciones, como Canarias, basta con aplicar los productos oportunos de julio a octubre.
Entre los productos a utilizar se encuentran: ivermectina, milbemicinoxima, selamectina, moxidectina, y dietilcarbamacina (no debe ser utilizada en perros con microfilarias).
Todos ellos serán aplicados cómo mínimo 15 días antes de viajar con el perro a aquellas zonas en que existe el mosquito transmisor de la enfermedad, y deben ser repetidas cada 30 días. Una vez de vuelta al lugar de residencia habitual, ya no será necesaria su aplicación, siempre y cuando se trate de zonas en que la incidencia de la enfermedad sea mínima o inexistente.

mapa filarias

Dr. José Enrique Zaldívar Laguía.
Dra. Lina Sáez de Antoni.

Clínica Veterinaria Colores.
Paseo Santa María de la Cabeza 68 A.
Madrid-28045.