La pregunta es sencilla: ¿Por qué deben los veterinarios estar interesados en el cáncer en pequeños animales? Pues la respuesta también es sencilla: cada día son más los casos de cáncer que vemos en nuestras clínicas. Podemos buscar muchas razones, pero evidentemente, la más convincente es que cada día los gatos viven más años. Desde que el cáncer es, con frecuencia, una enfermedad de animales mayores, el precio que pagan por vivir más tiempo incrementa las posibilidades de desarrollarlo.

De los 90 millones de gatos que viven en Estados Unidos, al menos 4 millones pueden desarrollar cáncer cada año. En 1998 una encuesta desarrollada sobre la salud animal, en más de 2000 encuestados, indicó que el cáncer fue la principal causa de muerte por enfermedad en gatos (32%). El gran desarrollo que ha mostrado la medicina humana en este tipo de desafíos, ha conducido a que los veterinarios tengan hoy la capacidad de tener alternativas terapéuticas para intentar paliar los devastadores efectos de este tipo de enfermedad en los pequeños animales. Teniendo en cuenta esta premisa, podemos decir que los veterinarios debemos enfocar a la mascota con cáncer de manera positiva, compasiva y con conocimiento. Les debemos a nuestros animales de compañía y a vosotros, sus propietarios, el estar bien informados y a la última en los tratamientos para prevenir que se extiendan sentimientos de desesperanza innecesarios.

Un dato sumamente importante en el desarrollo de las investigaciones para tratar el cáncer en gatos, es el hecho de que estos, comparten el mismo ambiente que sus propietarios y pueden servir de centinelas epidemiológicos y etiológicos que causan la evolución de los modelos de desarrollo del cáncer en seres humanos.

La mayoría de los tumores en animales progresarán a un ritmo más rápido que en sus homólogos humanos. Esto permitirá una determinación más rápida de los estadios finales, como el tiempo de metástasis, la recurrencia local y la supervivencia. La afirmación de que: «tenemos la obligación de no negar a nuestros pacientes un tratamiento eficaz conocido» es la que nos ha llevado a proponer esta entrada, pero: ¿podemos planificar unas pruebas clínicas prospectivas bien diseñadas de nuevos métodos de tratamiento? Creemos qué, cuando tenemos la posibilidad de alargar la vida de vuestro gato durante un periodo razonable de tiempo, sin que el tratamiento establecido suponga alargar el sufrimiento de vuestra mascota, la respuesta será sí. No lo será cuando lo único que persigamos sea aumentar la factura a sabiendas de que no vamos a conseguir ninguna mejoría.

Actualmente se da un hecho de suma importancia en la investigación del cáncer: los nuevos métodos de tratamiento son cada día más difíciles de realizar en animales de laboratorio sanos debido a los grupos de defensa de los animales. Esto hace que los animales con tumores de aparición espontánea sean herramientas de investigación más atractivas y moralmente más aceptables en el futuro, pero no debe implicar una «investigación» mal concebida y ejecutada en cualquier animal. No todo puede ser permitido, y se deben establecer determinadas barreras morales y éticas que los códigos deontológicos de la profesión veterinaria se ha demostrado hace tiempo que son incapaces de hacer cumplir.

Los veterinarios somos conscientes de que no todos los propietarios accederán a que su animal reciba tratamientos pre o post quirúrgicos contra el cáncer, pero también sabemos que existe un grupo de ellos que sí estará dispuesto. El trabajo con estos propietarios puede ser un aspecto muy satisfactorio dentro de una especialidad, en ocasiones, muy frustante. Podemos decir que los retos y logros en oncología han sido en ocasiones impresionantes, y que la investigación en este campo ofrece oportunidades ilimitadas para la búsqueda de conocimientos en beneficio de los animales y de la humanidad.

En palabras de Mooney S: «el cáncer, a diferencia de la política y la religión, no es un tema de controversia. Cáncer no es otra palabra para decir muerte. Tampoco es una enfermedad única que tiene cura. En cambio, tiene diferentes formas, y cada una de estas formas responde de forma diferente a los tratamientos».

La evidencia de que el cáncer tiene un origen genético es ahora irrefutable. Las investigaciones que se iniciaron en los años 50 allanaron el camino para la identificación de una gran cantidad de genes relacionados con el cáncer. Desde entonces, han sido identificados varios cientos de ellos que pueden actuar como oncogenes o genes supresores de tumores.

La genética del cáncer se basa en lo que se denomina IPP, es decir, «Iniciación, Promoción, Progresión», que no es más que, un punto de partida útil para definir las bases genéticas del cáncer. Podemos decir que el cáncer es una enfermedad compleja y multigénica, y este modelo es uno de los primeros en reconocer una progresión secuencial de mutaciones que pueden contar para el cáncer. En el modelo IPP, una mutación genética dota a una célula con un ilimitado potencial de replicarse, o con otras ventajas a nivel de supervivencia o crecimiento con respecto a otras células de su medio ambiente (iniciación). Por sí sola, esta mutación no es suficiente para dar lugar al desarrollo del tumor, ya que la célula sigue estando limitada a factores ambientales. Una segunda mutación (o una serie de mutaciones) aumenta más la capacidad de la célula para competir con las vecinas en este entorno, llevando este potencial de expansión a una masa tumoral reconocible (promoción). Por último, una tercera serie de mutaciones refuerza el potencial de las células malignas (invasión, destrucción del tejido y metástasis) que conducen a la enfermedad clínica (progresión). Podemos decir por tanto que, las mejoras en la prevención y el tratamiento, necesitarán de una clara y profunda comprensión de las bases genéticas del cáncer para idear estrategias que inhiban o hagan retroceder los actos relacionados con la promoción y la progresión.

Se calcula que al menos cinco eventos mutacionales se necesitan para una transformación maligna manifiesta, y que parece ser necesaria una inestabilidad del genoma para provocar una autorenovación de la población celular cuya descendencia crecerá para causar una enfermedad clínica. Por último, una subpoblación que está dotada con propiedades metastásicas y es resistente a las drogas, conduce a la muerte del paciente con cáncer. Los conocimientos actuales nos permiten predecir el comportamiento, el pronóstico y la respuesta al tratamiento de algunos tipos de cáncer, y creemos que la disponibilidad y utilidad de estas herramientas en la práctica clínica se ampliará rápidamente. Por lo tanto, cuando seamos capaces de mejorar nuestra compresión sobre los mecanismos fundamentales que dan cuenta de la transformación maligna y la progresión tumoral, seremos capaces de diseñar estrategias mejores para la prevención y terapia del cáncer.

El último informe sobre agentes carcinógenos elaborado en EEUU en el año 2005 hace referencia a 246 carcinógenos potenciales, de los cuales 58 se clasifican como «se conoce que son carcinogénicos en humanos» y 188 se clasifican como «previstos razonablemente como carcinogénicos en humanos». Mientras que no exista un informe sobre animales de compañía, es razonable asumir que exista un solapamiento considerable con las listas mencionadas para la especie humana.


Factores químicos

A pesar de la amplia evidencia de que la inspiración pasiva de humo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en las personas, los datos de éste efecto en los gatos son menos convincentes. Estudios controlados con casos de cáncer pulmonar felino mostraron una débil relación entre la vida con un fumador y el desarrollo del cáncer de pulmón, y el riesgo no aumentó con un mayor índice de exposición al humo. En un estudio realizado en 80 gatos con linfoma maligno y 114 gatos control con enfermedad renal, demostró que el riesgo relativo de linfoma en gatos domésticos que viven en ambientes con humo de tabaco fue de 2,4. Se supone que la inhalación y la ingestión de compuestos carcinogénicos durante el acicalamiento puede predisponer a los gatos que viven en casas de fumadores a desarrollar carcinoma oral de células escamosas (SCC). Parece ser que la exposición al humo del tabaco estaba asociada a un incremento que dobla el riesgo de padecer un SCC.


Pesticidas, herbicidas e insecticidas

En el mismo estudio nombrado en el apartado del humo del tabaco, se describió un incremento del riesgo significativo del carcinoma oral de células escamosas (SCC) en gatos que llevaban collares antipulgas.


Ambiente rural frente a urbano

Aunque varios informes han evaluado las diferencias de incidencia de cáncer entre el ambiente rural y el urbano en animales de compañía, la causa subyacente para estas diferencias no está clara todavía.


Luz solar

Existe una relación demostrada entre la exposición excesiva al sol y la aparición de tumores cutáneos en gatos. La porción de espectro ultravioleta que tiene más probabilidades de ser responsable de las lesiones cutáneas no melanóticas en las personas y en los animales es el ultravioleta B (UV-B). La exposición a este espectro durante mucho tiempo induce tumores a través de mutaciones genéticas. La pigmentación clara de la piel y la exposición crónica al sol se han asociado al desarrollo de SCC facial, aural y del plano nasal en gatos blancos o parcialmente blancos.


Trauma e inflamación crónica

Se sabe que determinadas inflamaciones crónicas pueden provocar el desarrollo de tumores oculares en el gato que se traducen en sarcomas intraoculares. Otro tumor maligno que se asocia a la inflamación en el gato es el sarcoma felino asociado a la vacuna (VAFS). El riesgo de que un gato desarrolle un sarcoma postvacunal se estima en 1 de cada 1000 a 1 de cada 10000 vacunados. Este tipo de tumor lo analizaremos en el próximo artículo.


Factores hormonales

-Estrógenos y progesterona

En el desarrollo del tumor mamario felino, se piensa que los estrógenos y especialmente la progesterona juegan un papel importante, aunque los mecanismos subyacentes estén menos claros. Estudios previos han demostardo que las gatas enteras y aquellas expuestas con regularidad a la progestina y derivados (inyecciones y pastillas para inhibir el celo) tienen un mayor riesgo de desarrollar un tumor mamario. Sabemos que la ovariohisterectomía puede actuar como protección contra el desarrollo de tumores de glándulas mamarías. En un estudio, las gatas castradas a los 6 meses de edad tenían una reducción aproximada de 7 veces en el riesgo de desarrollar tumores mamarios en comparación con las gatas enteras. Las gatas esterilizadas antes del año de edad mostraron una reducción en las posibilidades de padecer cáncer de mama del 86% en comparación con las gatas que no fueron operadas.

-Virus que causan tumores en el gato

La papilomatosis vírica felina es una enfermedad rara causada por un papilomavirus específico del gato. En el gato doméstico las lesiones suelen afectar con frecuencia a áreas con pelo, mientras que en las razas éxoticas se encuentran con más frecuencia en la cavidad oral. Suele afectar a animales entre 6 y 13 años de edad, aunque a veces se han descrito en gatitos de 6 7 meses de edad. También se han observado en gatos que reciben terapia inmunosupresora y en aquellos afectados por el virus de la Inmunodeficiencia felina. Aunque los papilomas son neoplasias benignas se han asociado con otros tumores malignos del gato. Las lesiones en gatos difieren de las de los perros, debido a que se parecen más a placas que a verrugas. Las placas son de varios milímetros de diámetro, pueden ser blancas o pigmentadas, y son escamosas o grasientas.

Las infecciones retrovirales (Leucemia felina, Inmunodeficiencia felina, Sarcoma felino) se consideran la infección número uno en causas de morbilidad y mortalidad en el gato doméstico. Se cree que el gato, dentro de los animales de compañia, es el que se ve afectado por el mayor número de retrovirus, y estos virus producen un amplio espectro de enfermedades, entre ellas el cáncer.

El virus de la Leucemia felina (FeLV) y el de la Inmunodeficiencia felina (FIV) son capaces de producir tumores. El FeLV es facilmente inactivable por el calor y por la mayoría de los desinfectantes, sin embargo en exudados o sangre puede ser viable durante 48 horas (a 37ºC) o de 1 a 2 semanas (a 22ºC). Según esto es poco probable el contagio entre gatos a través de trasportines, salas de espera o mesas de exploración. Aunque la saliva puede contener por encima de 100000 partículas de virus por milímetro, es el contacto íntimo entre gatos lo que se necesita para su transmisión, es decir: lamido, mordiscos, acicalamiento, compartir bandejas para hacer las necesidades, y platos de comida o agua.
El FIV está presente en los fluidos corporales de los gatos infectados, pero a más baja concentración. No se piensa que sea muy contagioso y se transmite principalmente a través de mordeduras en las peleas de gatos.

Hemos hecho mención a los virus que pueden ser capaces de producir enfermedades neoplásicas en el gato: retrovirus (leucemia, inmunodeficiencia, y sarcoma felina), y los virus de la papilomatosis.

PAPILOMAVIRUS

La papilomatosis vírica felina es una enfermedad causada por un papilomavirus específico del gato, y a pesar de que su genoma es similar al del virus del papiloma canino, se considera específico de esta especie. Los papilomas se desarrollan después de que el virus se introduce a través de lesiones o abrasiones de la piel. Afecta a gatos entre 6 y 13 años, aunque en ocasiones se ha encontrado en gatitos de 6 meses de edad. Aunque se trata de tumores que suelen tener un carácter benigno, se ha asociado a neoplásias malignas como los carcinomas de células escamosas. Curiosamente la presencia de papilomavirus en el ganado vacuno se ha asociado con la aparición de este tumor en el gato, ya que, en un estudio de 20 gatos que presentaban fibropapilomas, más de la mitad habían estado en contacto con este tipo de animales, y todos estaban en un área con granjas de vacuno de leche.
A diferencia de la forma de presentación en el perro, los papilomas en los gatos se parecen más a placas que a verrugas. Estas placas pueden tener varios milímetros de diámetro, pueden ser grasas o pigmentadas, y son escamosas o grasientas.
El diagnóstico se hará por el análisis histológico de las lesiones presentes, y el tratamiento consistirá en su reserción quirúrgica, aunque se ha sugerido como alternativa el uso del interferon alfa por vía parenteral.

RETROVIRUS.

Las infecciones retrovirales se consideran la infección número uno en causas de morbilidad y mortalidad en el gato doméstico. Antes de que apareciera la vacuna frente a la leucemia felina, un tercio de las muertes en gatos se relacionaron con esta enfermedad. Los retrovirus endógenos que afectan al gato son: FeLV (leucemia felina) y FIV (inmunodeficiencia felina). Otro retrovirus patógeno es el del sarcoma felino (FeSV). El FeLV se cree que fue contraído por el gato de los ancestros de las ratas actuales, hace aproximadamente 10 millones de años.

VIRUS DE LA LEUCEMIA FELINA

Se le considera un virus muy frágil, ya que por ejemplo en la saliva se inactiva en 1 o 2 horas, mientras que en exudados o en sangre puede ser viable durante 48 horas (a 37ºC) o 1 a 2 semanas (a 22ºC). Se inactiva rápidamente por el calor y por la mayoría de los desinfectantes. Podemos decir por tanto que las mesas de exploración, los transportines, o las salas de espera de las clínicas no son fuentes potenciales de contagio. Los factores más incriminados en la transmisión son el lamido, los mordiscos, el acicalamiento, el compartir bandejas, los recipientes de agua y los recipientes de comida. El contacto íntimo como las gateras y las residencias, provoca el mayor número de contagios.
El virus de la leucemia felina puede producir diferentes tipos de tumores en el gato, especialmente los relacionados con el sistema hematopoyético. Podemos decir que sólo el 20% de los gatos afectados de leucemia van a desarrollar un cáncer linfoide. Evidentemente no todos los gatos afectados de este tipo de cáncer son positivos a leucemia, pero si lo son el 70% de los gatos afectados de cáncer no linfoide. Los linfomas que con más frecuencia de asocian al virus de la leucemia, son los que afectan a médula espinal, ojos y riñón.
En este punto debemos hacer un inciso sumamente importante: aunque no todos los linfomas son causados por el FeLV, el riesgo relativo de desarrollar el linfoma es 62 veces mayor en gatos positivos a leucemia, y en gatos que aunque son negativos han tenido una exposición previa al virus, que tendrán 40 veces más posibilidades de desarrollar linfoma.
El tiempo desde que el gato sufre la infección hasta que se desarrolla el tumor varía y puede depender de la edad a la que ha sido infectado o a otros factores como la cepa, localización anatómica, y el subgrupo vírico. Cuanto más joven es el gato cuando se infecta con el FeLV, más corto es el tiempo en el que desarrollará la enfermedad neoplásica. Algunos gatos infectados por el virus mueren por enfermedad inmunosupresora antes de que el tumor haya tenido la oportunidad de desarrollarse.

VIRUS DEL SARCOMA FELINO

Los virus del sarcoma felino son verdaderos híbridos que resultan de una extraña recombinación del provirus de ADN del FeLV con proto-oncogenes del gato. Los gatos que son positivos al virus del sarcoma felino (FeSV) también lo son al virus de la leucemia (FeLV). La transmisión entre gatos del FeSV no ha sido demostrada.
Los tumores producidos por el virus FeLV son multicéntricos y se encuentran con más frecuencia en gatos jóvenes. Se caracterizan por un crecimiento rápido. Las lesiones aparecen con más frecuencia en las zonas en que se produjeron mordeduras con anterioridad. Las metástasis a los pulmones o a otros órganos ocurren en el 30% de los fibrosarcomas inducidos por virus en gatos. Los gatos que presentan fibrosarcomas inducidos por el virus de la leucemia, son siempre positivos a la enfermedad, lo que servirá para diferenciar los sarcomas que se son consecuencia de la inoculación de la vacuna. Entiendo que os asuste la idea de que la aparición de este tipo de tumores se de en el lugar en que se le inoculó la vacuna, pero también os diré que la incidencia es pequeña. Parece ser que la aparición de tumores en las zonas de inoculación de las vacunas, es debido a los adyuvantes presentes en ellas, y para vuestra tranquilidad os diré que los laboratorios han intensificado las investigaciones para evitar esta desagradable complicación vacunal, y puedo dar fe de que lo han conseguido. Para tratar este tipo de neoplásias se ha utilizado la cirugía, unida a quimioterapia y radioterapia, pero las recurrencias son bastante frecuentes.

VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA

No es virus que se contagie con la facilidad con que lo hace el de la leucemia, y se piensa que el único camino de transmisión es por mordedura. La prevalencia de tumores en gatos positivos a FIV varía del 1% al 62%. Los linfomas y los tumores mieloides, y unos pocos carcinomas y sarcomas son las neoplásias que con más frecuencia de asocian a las infecciones por FIV. Un estudio encontró que los gatos infectados por los dos virus, tenían 6 veces más posibilidades de desarrollar un linfoma o una leucemia que los que habían sido infectados por los virus separadamente. Los gatos con las infecciones combinadas tenían un 77% más probabilidad de desarrollar un linfoma o una leucemia que los gatos no infectados.


SÍNDROME PARANEOPLÁSICO (SPN)

Es una alteración asociada a una neoplasia en la estructura o la función del cuerpo, y que tiene lugar distante al tumor. Por explicarlo de forma sencilla, el SPN lo constituyen aquellos síntomas y alteraciones que a veces se presentan en los gatos afectados de un tumor.

Un frecuente e importante efecto sistémico del cáncer en animales es una malnutrición profunda y una pérdida de la masa muscular. La pérdida de peso y las alteraciones metabólicas observadas en gatos con cáncer a pesar de una ingesta adecuada nutricional se denomina caquexia tumoral, mientras que las alteraciones observadas debido a una ingesta pobre de nutrientes se denomina anorexia tumoral. El resultado en ambos casos será la pérdida progresiva de peso.

Dentro del SPN nos encontraremos con lo que se llama enteropatía por pérdida de proteínas: se producirá una excesiva pérdida de proteínas dentro del aparato digestivo lo que llevará a una hipoproteinemia, que podrá ser debida a una alteración en sus síntesis, o a una eliminación excesiva a través del tracto gastrointestinal o del aparato urinario.

Una complicación frecuente de determinados tipos de cáncer, y en especial del mastocitoma, es la úlcera gastroduodenal. Habrá un exceso de secreción de ácidos gástricos que provocarán daño en la mucosa y como consecuencia la presentación de úlceras. Este tipo de complicación suele ser bien controlada con las medicaciones que utilizamos para tratar este tipo de patologías digestivas.

La elevación del calcio en sangre (hipercalcemia) se deberá en la mayoría de las ocasiones a la presencia de un cáncer (1/3), siendo el linfoma el tumor que con mayor frecuencia lo provoca. Esta alteración se suele traducir en una mala funcionalidad renal. Veremos una incapacidad absoluta para concentrar orina, y el epitelio renal puede sufrir muerte celular. Aparecerá una excesiva ingestión de agua, un exceso de diuresis y como consecuencia vómitos y deshidratación. Además habrá diarrea, hipertensión, tics nerviosos, temblores, depresión, vómitos, bradicardia, estupor y posiblemente coma y muerte. Los tumores asociados con hipercalcemia son adenocarcinoma de glándulas apocrinas de los sacos anales, carcinoma tiroideo, mieloma múltiple, tumores óseos, timoma, carcinoma de células escamosas, carcinoma y adenocarcinoma de mama, melanoma, tumores primarios de pulmón, leucemia linfocítica crónica y tumores de glándulas paratiroides.

La elevación de gammaglobulinas en algunos tipos de cáncer es frecuente, y se asocia a un exceso de producción de inmunoglobulinas que dará lugar a un aumento de la viscosidad de la sangre que a su vez va a provocar, ataxia, depresión, demencia, enfermedad cardíaca o fallo, ataques convulsivos y coma. Al mismo tiempo se presentarán problemas en la coagulación sanguínea con sangrados, y alteraciones oculares como papiledema, hemorragia de retina, desprendimiento de ésta, etc.

La anemia es una de las causas más comunes de Síndrome Paraneoplásico. La anemia por enfermedad crónica es habitual en gatos con tumores diseminados o metastáticos, y se produce por alteraciones en el almacenamiento del hierro, falta de respuesta de la médula ósea, y el acortamiento en la vida de los glóbulos rojos. Otro tipo de anemia es la hemolítica inmunomediada, y se caracteriza porque el propio organismo destruye sus glóbulos rojos. En otras ocasiones, la anemia se deberá a la pérdida de sangre como en el caso de tumores de bazo sangrantes.

El aumento de glóbulos blancos neutrófilos circulantes (leucocitosis neutrofílica) se ha asociado con una gran variedad de tumores, probablemente debido a la producción por parte de las neoplasias de sustancias capaces de estimular la fabricación de este tipo de células. En ocasiones sus cifras son tan altas que es complicado saber si se está ante la presencia de una leucemia real o fictícia.

Un 20% de gatos afectados de cáncer presentan un número demasiado bajo de plaquetas (trombocitopenia), especialmente aquellos afectados de linfoma. Esta circunstancia se debe a la destrucción de estas células, a la disminución en su producción, o al secuestro/consumo excesivo de ellas.


alteraciones cutáneas que van unidas al cáncer en el gato:

La alopecia aguda, simétrica bilateral (vientre y extremidades) y brillante ventralmente se puede presentar en algunas ocasiones. El pelo se arranca con facilidad de las áreas no alopécicas, y las almohadillas presentarán falta de tejido. Los signos clínicos en estos casos incluyen anorexia, pérdida de peso, letargia y dificultad para caminar o mantenerse en pie, probablemente por las lesiones que presentan las almohadillas. El carcinoma pancreático con metástasis en hígado se ha descrito en gatos como causa de una alopecia progresiva y sin cicatrices. El carcinoma biliar en el gato también se presenta con estos síntomas.

Los pacientes con cáncer pueden desarrollar complicaciones renales importantes, en especial en los casos de linfoma, como consecuencia de la hipercalcemia nombrada anteriormente.

Algunos tumores pueden provocar la aparición de manifestaciones neurológicas que pueden afectar al funcionamiento del cerebro, médula espinal, nervios periféricos, músculos y uniones neuromusculares. Según la parte del sistema nervioso afectada se presentarán síntomas más o menos preocupantes.

Lo que se conoce como osteopatía hipertrófica es una proliferación de tejido óseo en la parte externa de los huesos (periostio) largos como respuesta a algunas enfermedades tumorales. Los signos clínicos asociados a esta complicación incluyen con frecuencia una historia de cojera con desplazamiento de la pierna o pocas ganas de moverse. Las extremidades están con frecuencia calientes al tacto e inflamadas con casos ocasionales que afectan a las costillas o a la pelvis.

Aunque la causa más común de fiebre es la infección, la inflamación, la enfermedad autoinmune o las reacciones producidas por fármacos, el cáncer puede también causar fiebre, y debería ser tenido en cuenta siempre, especialmente cuando no tengamos explicación para su aparición.

El cáncer aunque resulte un poco complicado de entender no es siempre fácil de diagnosticar. Ante la presencia de un nódulo cutáneo o mamario, o de una deformación ósea, la realización de una biopsia nos sacará en la mayoría de las ocasiones de dudas. El problema se presentará cuando el posible tumor se localice en un órgano o en una estructura anatómica que no está a la vista o que sea difícil de palpar. Para ello contamos con los métodos de diagnóstico por imagen. Las radiografías de rutina, la ecografía, la medicina nuclear, y las imágenes de cortes por secciones en la Tomografía Computerizada (TAC) y las imágenes de la resonancia magnética (RM) se utilizan de forma rutinaria en la oncología veterinaria. La elección de una modalidad de imagen determinada depende de muchos factores, incluyendo los resultados deseados. Las técnicas de imagen molecular avanzadas, que miden los procesos biológicos a nivel celular, están ocupando un importante espacio en la oncología médica y tienen un gran potencial para jugar un importante papel en la adaptación del cáncer en el paciente veterinario.

Es bien conocido que la esterilización temprana (antes del año) reduce enormemente el cáncer de mama en la perra (200%), y se sabe que en la gata también es así, aunque los porcentajes no son tan elevados: las gatas ovarioectomizadas a los 6 meses de edad tienen una reducción del 91% del riesgo de padecer carcinomas mamarios comparado con gatas intactas, y gatas esterilizadas antes del año de edad tuvieron un 86% de reducción en el riesgo. Una importante asociación ha sido también documentada entre el uso previo de drogas que contenían progestágenos sintéticos o progesterona y estrógeno combinados y el desarrollo de tumores mamarios benignos o malignos en gatos; en ambos casos el riesgo fue tres veces mayor que en los gatos no tratados con estos fármacos. También fue observada hiperplasia fibroepitelial benigna en algunos gatos expuestos a esteroides sexuales.

Podemos decir que los tumores más frecuentes en la especia felina son los hematopoyéticos (linfoma y leucemia en sus diferentes formas), los cutáneos (tumor de células basales, mastocitoma, fibrosarcoma, carcinoma de células escamosas, y adenoma/hiperplasia sebácea) y los mamarios (17% en gatas). Sobre estos últimos os podemos decir que, el 85% de ellos son malignos, y que se dan con más frecuencia en razas de pelo corto y en los de raza Siamés. Estos últimos tienen el doble de riesgo que cualquier otra raza en desarrollar tumores de mama.

Dr. José Enrique Zaldívar Laguía.
Dra. Lina Sáez de Antoni.

Clínica Veterinaria Colores.
Paseo Santa María de la Cabeza 68 A.
Madrid-28045.