Debo manifestar que nuestro interés sobre el tratamiento del cáncer en el perro, exceptuando las técnicas quirúrgicas, ha sido hasta hace muy poco, nulo. Recientemente ha llegado a nuestras manos un excelente libro sobre ésta especialidad de la clínica veterinaria de pequeños animales, y dado que cada día son más los compañeros que dedican su tiempo a esta disciplina, hemos creído conveniente la publicación al respecto.

La pregunta es sencilla: ¿Por qué deben los veterinarios estar interesados en el cáncer en pequeños animales, y más concretamente en el perro? Pues la respuesta también es sencilla: cada día son más los casos de cáncer que vemos en nuestras clínicas. Podemos buscar muchas razones, pero evidentemente, la más convincente es que cada día los perros viven más años. Desde que el cáncer es, con frecuencia, una enfermedad de animales mayores, el precio que pagan por vivir más tiempo incrementa las posibilidades de desarrollarlo.

El cáncer es la causa de principal de muerte en pequeños animales. El 45% de los perros que sobrevivieron hasta los 10 años o más murieron de cáncer. Podemos decir que de 74 millones de perros en EEUU, al menos 4 millones pueden desarrollar cáncer cada año. El gran desarrollo que ha mostrado la medicina humana en este tipo de desafíos, ha conducido a que los veterinarios tengan hoy la capacidad de tener alternativas terapéuticas para intentar paliar los devastadores efectos de este tipo de enfermedad en los perros. Teniendo en cuenta esta premisa, podemos decir que los veterinarios debemos enfocar a la mascota con cáncer de manera positiva, compasiva y con conocimiento. Les debemos a nuestros animales de compañía y a vosotros, sus propietarios, el estar bien informados y a la última en los tratamientos para prevenir que se extiendan sentimientos de desesperanza innecesarios.

Un dato sumamente importante en el desarrollo de las investigaciones para tratar el cáncer en perros, es el hecho de que estos, comparten el mismo ambiente que sus propietarios y pueden servir de centinelas epidemiológicos y etiológicos que causan la evolución de los modelos de desarrollo del cáncer en seres humanos.

La mayoría de los tumores en animales progresarán a un ritmo más rápido que en sus homólogos humanos. Esto permitirá una determinación más rápida de los estadios finales, como el tiempo de metástasis, la recurrencia local y la supervivencia. Lamentablemente, y ésta es una de las razones que nos han mantenido durante mucho tiempo alejado de esta parte de la medicina veterinaria, los ensayos clínicos en perros, pueden ser objeto de abusos y permitir tratamientos diversos y poco éticos. La afirmación de que: «tenemos la obligación de no negar a nuestros pacientes un tratamiento eficaz conocido» es la que  nos ha llevado a proponer esta entrada, pero: ¿podemos planificar unas pruebas clínicas prospectivas bien diseñadas de nuevos métodos de tratamiento? Creemos qué, cuando tenemos la posibilidad de alargar la vida de vuestro perro durante un periodo razonable de tiempo, sin que el tratamiento establecido suponga alargar el sufrimiento de vuestra mascota, la respuesta será sí. No lo será cuando lo único que persigamos sea aumentar la factura a sabiendas de que no vamos a conseguir ninguna mejoría. Por desgracia, casos como el mencionado, se dan con demasiada frecuencia en nuestra profesión, en éste y en otros aspectos de la misma.

Actualmente se da un hecho de suma importancia en la investigación del cáncer: los nuevos métodos de tratamiento son cada día más difíciles de realizar en animales de laboratorio sanos debido a los grupos de defensa de los animales. Esto hace que los animales con tumores de aparición espontánea sean herramientas de investigación más atractivas y moralmente más aceptables en el futuro, pero no debe implicar una «investigación» mal concebida y ejecutada en cualquier animal. No todo puede ser permitido, y se deben establecer determinadas barreras morales y éticas que los códigos deontológicos de la profesión veterinaria se ha demostrado hace tiempo que son incapaces de hacer cumplir.

Los veterinarios somos conscientes de que no todos los propietarios de perros accederán a que su animal reciba tratamientos pre o post quirúrgicos contra el cáncer, pero también sabemos que existe un grupo de ellos que si estará dispuesto. El trabajo con estos propietarios puede ser un aspecto muy satisfactorio dentro de una especialidad, en ocasiones, muy frustante. Podemos decir que los retos y logros en oncología han sido en ocasiones impresionantes, y que la investigación en este campo ofrece oportunidades ilimitadas para la búsqueda de conocimientos en beneficio de los animales y de la humanidad.

En palabras de Mooney S:

«el cáncer, a diferencia de la política y la religión, no es un tema de controversia. Cáncer no es otra palabra para decir muerte. Tampoco es una enfermedad única que tiene cura. En cambio, tiene diferentes formas, y cada una de estas formas responde de forma diferente a los tratamientos».

La evidencia de que el cáncer tiene un origen genético es ahora irrefutable. Las investigaciones que se iniciaron en los años 50 allanaron el camino para la identificación de una gran cantidad de genes relacionados con el cáncer. Desde entonces, han sido identificados varios cientos de genes que pueden actuar como oncogenes o genes supresores de tumores.

La genética del cáncer se basa en lo que se denomina IPP, es decir, «Iniciación, Promoción, Progresión», que no es más que, un punto de partida útil para definir las bases genéticas del cáncer. Podemos decir que el cáncer es una enfermedad compleja y multigénica, y este modelo es uno de los primeros en reconocer una progresión secuencial de mutaciones que pueden contar para el cáncer. En el modelo IPP, una mutación genética dota a una célula con un ilimitado potencial de replicarse, o con otras ventajas a nivel de supervivencia o crecimiento con respecto a otras células de su medio ambiente (iniciación). Por si sola, esta mutación no es suficiente para dar lugar al desarrollo del tumor, ya que la célula sigue estando limitada a factores ambientales. Una segunda mutación (o una serie de mutaciones) aumenta más la capacidad de la célula para competir con las vecinas en este entorno, llevando este potencial de expansión a una masa tumoral reconocible (promoción). Por último, una tercera serie de mutaciones refuerza el potencial de las células malignas (invasión, destrucción del tejido y metástasis) que conducen a la enfermedad clínica (progresión). Podemos decir por tanto que, las mejoras en la prevención y el tratamiento, necesitarán de una clara y profunda comprensión de las bases genéticas del cáncer para idear estrategias que inhiban o hagan retroceder los actos relacionados con la promoción y la progresión.

Se calcula que al menos cinco eventos mutacionales se necesitan para una transformación maligna manifiesta, y que parece ser necesaria una inestabilidad del genoma para provocar una autorenovación de la población celular cuya descendencia crecerá para causar una enfermedad clínica. Por último, una subpoblación que está dotada con propiedades metastásicas y es resistente a las drogas, conduce a la muerte del paciente con cáncer. Los conocimientos actuales nos permiten predecir el comportamiento, el pronóstico y la respuesta al tratamiento de algunos tipos de cáncer en los perros, y creemos que la disponibilidad y utilidad de estas herramientas en la práctica clínica se ampliará rápidamente. Por lo tanto, cuando seamos capaces de mejorar nuestra compresión sobre los mecanismos fundamentales que dan cuenta de la transformación maligna y la progresión tumoral, seremos capaces de diseñar estrategias mejores para la prevención y terapia del cáncer.

El último informe sobre agentes carcinógenos elaborado en EEUU en el año 2005 hace referencia a 246 carcinógenos potenciales, de los cuales 58 se clasifican como «se conoce que son carcinogénicos en humanos» y 188 se clasifican como «previstos razonablemente como carcinogénicos en humanos». Mientras que no exista un informe sobre animales de compañía, es razonable asumir que exista un solapamiento considerable con las listas mencionadas para la especie humana.

-Factores químicos:

A pesar de la amplia evidencia de que la inspiración pasiva de humo aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en las personas, los datos de este efecto en los perros son menos convincentes. Estudios controlados con casos de cáncer pulmonar canino mostraron una débil relación entre la vida con un fumador y el desarrollo del cáncer de pulmón, y el riesgo no aumentó con un mayor índice de exposición al humo.

-Pesticidas, herbicidas e insecticidas:

En 1991 estudios clínicos realizados en perros demostraron cierta relación entre la aparición de determinados tipos de tumores y el uso de sustancias químicas en casa y la exposición potencial, incluidos los productos para el cuidado del césped. Investigaciones posteriores realizadas con mucho más rigor, demostraron que, pese a haberse detectado la eliminación urinaria de algunos herbicidas en la orina de los perros analizados, no se consiguió demostrar la relación entre la exposición a ellos y el desarrollo de determinados tipos de cáncer. Posteriormente, un nuevo estudio realizado en Italia, parece volver a demostrar que sí existe esta asociación.
Nuevos estudios han pretendido relacionar la mayor incidencia de determinados tipos de cáncer con el uso de insecticidas tópicos en perros, es decir los que se usan para la prevención y el tratamiento de pulgas y garrapatas. De momento no se puede decir que exista este tipo de asociación, pero son muchos los estudios estadísticos que se están recopilando en este momento.

-Ambiente rural frente a urbano:

Aunque varios informes han evaluado las diferencias de incidencia de cáncer entre el ambiente rural y el urbano en animales de compañía, la causa subyacente para estas diferencias no está clara todavía. Aún así, existen tumores que se desarrollan con mucha más frecuencia en perros que viven en un ambiente urbano/industrial que en perros que viven en el campo. Sin embargo, la coexistencia de múltiples carcinógenos medioambientales en el mismo lugar hacen complicado asignar responsabilidades específicas a la contaminación de humo. Un informe del Consejo Nacional de Investigación sugiere que es más frecuente la aparición de cáncer en perros que viven en zonas de densidad de tráfico elevado.

-Luz solar:

Existe una relación demostrada entre la exposición excesiva al sol y la aparición de tumores cutáneos en perros. La porción de espectro ultravioleta que tiene más probabilidades de ser responsable de las lesiones cutáneas no melanóticas en las personas y en los animales es el ultravioleta B (UV-B). La exposición a este espectro durante mucho tiempo induce tumores a través de mutaciones genéticas. Existe un mayor riesgo de exposición al UV-B en las horas del mediodía y los perros de pigmentación clara deberían de ser protegidos de esta exposición.

– Trauma e inflamación crónica:

Se sabe que determinadas inflamaciones crónicas pueden provocar el desarrollo de tumores oculares en el perro, como son la queratitis pigmentaria crónica, trauma ocular, uveitis secundaria y rotura de cristalino.

-Factores hormonales:

-Estrogenos y progesterona

-Tumor mamario canino: el tumor mamario es la neoplasia más frecuente en perras enteras, afectando aproxidamente a 260 de cada 100000 en EEUU cada año. Está claramente demostrado que las perras que son esterilizadas antes de su primer ciclo o como muy tarde después del primero tienen una gran reducción en las posibilidades de desarrollar cáncer de mama. El riesgo de desarrollar tumores mamarios- aproximadamente el 50% de ellos son malignos -, crece desde cerca del 0% en perras esterilizadas antes de su primer celo hasta el 26% para perras que fueron esterilazadas después del segundo celo.
Las responsables de la aparición de estos tumores serían las hormonas sexuales esteroideas. Además de las hormonas ováricas, son responsables de la aparición de tumores mamarios los productos que contienen acetato de medroxiprogesterona que se usan para prevenir el estro o para tratar la pseudogestación en perras.
En contraposición, existe un tipo de cáncer, el linfoma, que parece ser que se da con más frecuencia en perras castradas que en perras enteras, lo que supondría que los estrógenos actuarían en contra de su desarrollo. En la actualidad se están llevando a cabo nuevos estudios estadísticos para ver si esta relación puede o no ser tenida en cuenta.

-Andrógenos/Testosterona

-Adenoma perianal: los adenomas perianales se consideran andrógeno dependientes, apareciendo en perros machos enteros, en contraposición a los adenocarcinomas perianales, que aparecen en machos tanto castrados como enteros. Pueden aparecer también en hembras de forma secundaria debido a la secreción de testosterona por la glándula adrenal. La resolución parcial o completa de la mayoría de los tumores en machos después de la castración apoya la afirmación de que los andrógenos están involucrados en la etiología este tumor.

-Cáncer de próstata: en contraposición a la relación bien establecida entre la testosterona y el desarrollo de hiperplasia prostática benigna en perros, en el perro entero no hay un incremento de la aparición de adenocarcinoma prostático si se compara con perros castrados. De hecho, algunos estudios han demostrado un mayor riesgo de cáncer de próstata en perros castrados, con la suposición de que la castración no es un factor de iniciación pero si puede favorecer la progresión tumoral. Aún no se ha determinado una relación clara entre la edad de la castración y el desarrollo de un adenocarcinoma de próstata hormonodependiente.

-Virus que causan tumores en el perro

Los papilomavirus son oncogénicos, contagiosos e infecciosos y han sido descritos en muchas especies animales, siendo específicos de cada una de ellas, aunque pueden producirse infecciones cruzadas en especies similares. De momento se han identificado cuatro papilomavirus en la especie canina, que producen papilomas benignos, mucocutáneos y cutáneos, y en casos raros se transforman en carcinomas de células escamosas. Los papilomas caninos persisten generalmente de 4 a 6 meses en la boca y de 6 meses a 1 año en la piel, antes de tener una regresión espontánea.
Los papilomas pueden denominarse como verrugas, verruga vulgar, papiloma de células escamosas o papilomatosis cutánea. Cuando aparecen suelen hacerlo de forma múltiple y son mucho más frecuentes en animales jóvenes. La localización más habitual es en la cavidad oral, afectando a los bordes labiales, lengua, mucosa faríngea, paladar duro y epiglotis. De 4 a 8 semanas después de la infección, aparece una lesión elevada, pequeña, pálida y suave, que rápidamente se desarrolla con una apariencia de coliflor. En muchas ocasiones su número suele ser muy elevado pudiendo llegar a identificarse entre 50 y 100 tumores. También pueden localizarse en el ojo afectando a la conjuntiva, córnea y márgenes de los párpados. La papilomatosis cutánea se presenta en perros de más edad, y la regresión es más prolongada, durante años en algunas ocasiones.
Una forma rara de papilomatosis cutánea es la que se presenta en los espacios interdigitales de pugs, schnauzers miniatura y greyhounds entre los 12 a 18 meses de edad. Las lesiones tienden a no desaparecer y son consideradas premalignas.

La aparición en vuestros perros de algún «bulto» sé que os preocupa enormemente, y que es un motivo de visita urgente al veterinario. En otras ocasiones, somos nosotros los que os informamos de su presencia cuando acudís a alguna revisión rutinaria. ¿Qué debemos hacer los veterinarios ante la presencia de un nódulo sospechoso? En mi opinión lo más importante es proceder a la obtención de una muestra de tejido y su envio a un laboratorio especializado para su estudio. De esta forma obtendremos en la mayoría de las ocasiones un informe clarificador de lo que tenemos, cómo debemos tratarlo, y del pronóstico que podemos ofreceros. Quiero decir con esto que debemos proceder a realizar una biopsia.

La biopsia puede ser realizada a través de la punción del nódulo con una aguja fina, mediante un corte que nos facilite la obtención de una pequeña muestra de tejido o mediante la extirpación completa y el posterior envío al laboratorio de una serie de pequeñas porciones de él.

Un tumor es cualquier masa de tejido o hinchazón; puede ser o no neoplasia. Una neoplasia es el crecimiento anormal de un tejido dentro de una masa que no está respondiendo a los mecanismos de control normales, y que puede ser benigno o maligno. El término cáncer se refiere a neoplasias malignas. Para cada tipo de tumor, se utiliza una terminología específica para denotar el origen del tumor y si es benigno o maligno. En términos básicos, aunque los tumores benignos pueden causar morbilidad por la deformación de los tejidos, típicamente no dan como resultado una gran mortalidad. Por otro lado, los tumores malignos (cánceres) son más destructores de tejidos y con frecuencia pueden llevar a la muerte del paciente si no establece un tratamiento, que aún así, muchas veces será inútil.

En algunas ocasiones, ciertos tumores que tienen características de malignidad no se comportan como tales. Por ejemplo el histiocitoma y el plasmocitoma, pese a estar catalogados como malignos, se comportan clínicamente como benignos.

Una vez que el histopatólogo ha identificado el tumor, y lo ha calificado como maligno, deberá establecer la gradación del tumor en función de diversos parámetros técnicos que no tiene sentido comentar en el presente artículo. Esto es de una gran importancia para establecer un pronóstico, es decir para que los veterinarios os podamos informar de las expectativas de vida que tiene vuestro perro una vez que se ha hecho el diagnóstico. En definitiva de trata de predecir como va a evolucionar, y lo más importante, de saber si merece la pena que invirtáis vuestro dinero en un hipotético tratamiento.

Establecer la incidencia de determinados tipos de cáncer entre la población canina es sumamente complicado. En los estudios que se realizan sobre esta enfermedad en la especie humana es relativamente sencillo, ya que existen censos de población fiables, y sistemas de información entre los diversos hospitales. Esto no ocurre en medicina veterinaria. Aún así, existen estudios realizados en EEUU por diferentes clubes de razas caninas que nos hablan de la incidencia del cáncer en determinadas razas. Por ejemplo, el Club del Golden Retriever realizó una encuesta en 1998 sobre un total de 1440 perros. El riesgo en vida de que un Golden desarrolle una neoplasia fue del 50%. En una encuesta realizada en el mismo año se definió como la causa principal de muertes entre los perros con un porcentaje del 47%. Un estudio realizado en 2002 perros a los que se les hizo la necropsia en un importante hospital americano encontró que el cáncer representaba un 20% de las muertes a los 5 años y se incrementaba en más del 40% en perros de 10 años de edad y mayores, apoyando de este modo el punto de vista de que el cáncer es la principal causa de muerte entre perros viejos.
En estudios realizados sobre cuatro razas caninas las incidencias fueron de 56,6% en Golden, 51,9% en Boxer, 38,7% en Pastor Alemán, y 28,2% en Rottweiler.

SÍNDROME PARANEOPLÁSICO (SPN)

Es una alteración asociada a una neoplasia en la estructura o la función del cuerpo, y que tiene lugar distante al tumor. Por explicarlo de forma sencilla, el SPN lo constituyen aquellos síntomas y alteraciones que a veces se presentan en los perro afectados de un tumor.

Un frecuente e importante efecto sistémico del cáncer en animales es una malnutrición profunda y una pérdida de la masa muscular. La pérdida de peso y las alteraciones metabólicas observadas en perros con cáncer a pesar de una ingesta adecuada nutricional se denomina caquexia tumoral, mientras que las alteraciones observadas debido a una ingesta pobre de nutrientes se denomina anorexia tumoral. El resultado en ambos casos será la pérdida progresiva de peso.

Dentro del SPN nos encontraremos con lo que se llama enteropatía por pérdida de proteínas: se producirá una excesiva pérdida de proteínas dentro del aparato digestivo lo que llevará a una hipoproteinemia, que podrá ser debida a una alteración en sus síntesis, o a una eliminación excesiva a través del tracto gastrointestinal o del aparato urinario.

Una complicación frecuente de determinados tipos de cáncer, y en especial del mastocitoma, es la úlcera gastroduodenal. Habrá un exceso de secreción de ácidos gástricos que provocarán daño en la mucosa y como consecuencia la presentación de úlceras. Este tipo de complicación suele ser bien controlada con las medicaciones que utilizamos para tratar este tipo de patologías digestivas, y que son relativamente habituales en vuestros perros.

La elevación del calcio en sangre (hipercalcemia) se deberá en la mayoría de las ocasiones a la presencia de un cáncer en el perro (2/3), siendo el linfoma el tumor que con mayor frecuencia lo provoca. Esta alteración se suele traducir en una mala funcionalidad renal. Veremos una incapacidad absoluta para concentrar orina, y el epitelio renal puede sufrir muerte celular. Aparecerá una excesiva ingestión de agua, un exceso de diuresis y como consecuencia vómitos y deshidratación. Además habrá diarrea, hipertensión, tics nerviosos, temblores, depresión, vómitos, bradicardia, estupor y posiblemente coma y muerte.

El descenso acentuado de la glucosa en sangre (hipoglucemia) es la alteración más común en perros con insulinoma (tumor de páncreas), y se presenta también en casos de tumores hepatocelulares, y a veces, en presencia de linfomas, hemangiosarcomas, leiomiosarcoma, melanoma y otros.
La hipoglucemia en tumores extrapancreáticos se ha asociado, curiosamente, con bajos niveles de insulina, mientras que en los tumores de páncreas se asocia a un exceso de esta hormona. En el primer caso se produce por un excesivo consumo de glucosa por parte del tumor.
Los signos clínicos que presentarán los perros afectados por esta alteración metabólica serán debilidad, desorientación, ataques convulsivos, y coma.

El aumento de hormona adrenocorticotropa (ACTH) se ha descrito en perros con tumores de pulmón, lo que dará lugar al aumento de la producción de corticoesteroides por parte de las glándulas adrenales con lo que estaremos ante un perro con los síntomas típicos de la Enfermedad de Cushing de la que ya escribimos un artículo en esta misma revista.

La elevación de gammaglobulinas en algunos tipos de cáncer en el perro es frecuente, y se asocia a un exceso de producción de inmunoglobulinas que dará lugar a un aumento de la viscosidad de la sangre que a su vez va a provocar, ataxia, depresión, demencia, enfermedad cardíaca o fallo, ataques convulsivos y coma. Al mismo tiempo se presentarán problemas en la coagulación sanguínea con sangrados, y alteraciones oculares como papiledema, hemorragia de retina, desprendimiento de ésta, etc.

La anemia es una de las causas más comunes de Síndrome Paraneoplásico. La anemia por enfermedad crónica es habitual en perros con tumores diseminados o metastáticos, y se produce por alteraciones en el almacenamiento del hierro, falta de respuesta de la médula ósea, y el acortamiento en la vida de los glóbulos rojos. Otro tipo de anemia es la hemolítica inmunomediada, y se caracteriza porque el propio organismo destruye sus glóbulos rojos. En otras ocasiones, la anemia se deberá a la pérdida de sangre como en el caso de tumores de bazo sangrantes.

El aumento de glóbulos blancos neutrófilos circulantes (leucocitosis neutrofílica) se ha asociado con una gran variedad de tumores en perros, probablemente debido a la producción por parte de las neoplasias de sustancias capaces de estimular la fabricación de este tipo de células. En ocasiones sus cifras son tan altas que es complicado saber si se está ante la presencia de una leucemia real o fictícia.

Un 38% de perros afectados de cáncer presentan un número demasiado bajo de plaquetas (trombocitopenia). Esta circunstancia se debe a la destrucción de estas células, a la disminución en su producción, o al secuestro/consumo excesivo de ellas.

Existen una gran gran variedad de alteraciones cutáneas que van unidas al cáncer en el perro:

La alopecia aguda, simétrica bilateral (vientre y extremidades) y brillante ventralmente se puede presentar en algunas ocasiones. El pelo se arranca con facilidad de las áreas no alopécicas, y las almohadillas presentarán falta de tejido. Los signos clínicos en estos casos incluyen anorexia, pérdida de peso, letargia y dificultad para caminar o mantenerse en pie, probablemente por las lesiones que presentan las almohadillas.

El enrojecimiento cutáneo se produce cuando la piel episódicamente adquiere diferentes tonos de rojo debido a cambios en la vasodilatación de los vasos sanguíneos.

La dermatofibrosis nodular se caracteriza por la presencia de múltiples nódulos cutáneos de crecimiento lento, que se localizan principalmente en extremidades, aunque pueden aparecer también en cuello y cabeza.

Los pacientes con cáncer pueden desarrollar complicaciones renales importantes, en especial en los casos de linfoma, como consecuencia de la hipercalcemia nombrada anteriormente.

Algunos tumores pueden provocar la aparición de manifestaciones neurológicas que pueden afectar al funcionamiento del cerebro, médula espinal, nervios periféricos, músculos y uniones neuromusculares. Según la parte del sistema nervioso afectada se presentarán síntomas más o menos preocupantes.

Lo que se conoce como osteopatía hipertrófica es una proliferación de tejido óseo en la parte externa de los huesos (periostio) largos como respuesta a algunas enfermedades tumorales. Los signos clínicos asociados a esta complicación incluyen con frecuencia una historia de cojera con desplazamiento de la pierna o pocas ganas de moverse. Las extremidades están con frecuencia calientes al tacto e inflamadas con casos ocasionales que afectan a las costillas o a la pelvis.

Aunque la causa más común de fiebre es la infección, la inflamación, la enfermedad autoinmune o las reacciones producidas por fármacos, el cáncer puede también causar fiebre, y debería ser tenido en cuenta siempre, especialmente cuando no tengamos explicación para su aparición.

El cáncer aunque resulte un poco complicado de entender no es siempre fácil de diagnosticar. Ante la presencia de un nódulo cutáneo o mamario, o de una deformación ósea, la realización de una biopsia nos sacará en la mayoría de las ocasiones de dudas. El problema se presentará cuando el posible tumor se localice en un órgano o en una estructura anatómica que no está a la vista o que sea difícil de palpar. Para ello contamos con los métodos de diagnóstico por imagen. Las radiografías de rutina, la ecografía, la medicina nuclear, y las imágenes de cortes por secciones en la Tomografía Computerizada (TAC) y las imágenes de la resonancia magnética (RM) se utilizan de forma rutinaria en la oncología veterinaria. La elección de una modalidad de imagen determinada depende de muchos factores, incluyendo los resultados deseados. Las técnicas de imagen molecular avanzadas, que miden los procesos biológicos a nivel celular, están ocupando un importante espacio en la oncología médica y tienen un gran potencial para jugar un importante papel en la adaptación del cáncer en el paciente veterinario.

Hemos comentado antes algunas generalidades del diagnóstico citológico en oncología veterinaria. La citología es el examen individual de las células sin contemplar la estructura del tejido. Aunque la biopsia citológica no siempre sustituye a la biopsia escional y el análisis histopatológico, puede servirnos como una ayuda rápida y barata para establecer un diagnóstico, especialmente cuando las muestras obtenidas sean de médula o de ganglios, aunque puede ser de gran ayuda ante la presencia de nódulos dérmicos o epidérmicos, e incluso de masas abdominales.

Las técnicas moleculares utilizadas en oncología se basan en la valoración de proteínas, ARN, ADN, o de sus metabolitos en tumores, sangre, saliva y orina para clasificar y detectar de una forma más precisa varias formas de neoplasia.

La biopsia se refiere a un procedimiento donde participa la obtención del tejido para su posterior análisis microscópico. La elección de la técnica depende de la localización anatómica del tumor, la salud general del paciente, la sospecha del tipo de tumor, el análisis a realizar y las preferencias del veterinario. Es sin duda el mejor paso inicial para obtener un diagnóstico tisular, y además nos sirve para establecer que tratamiento quirúrgico debemos desarrollar, es decir, si la extirpación debe ser muy agresiva o no. Podemos decir que en muchas ocasiones, la biopsia prequirúrgica no se realiza, ya que en la mayoría de las ocasiones, se procede a la extirpación del tumor y a su posterior análisis. Lo que ocurre es que, con dicha práctica, hay muchos tumores que no son extirpados en su totalidad, es decir, que en los márgenes del tejido extirpado existen células tumorales. Un ejemplo claro de esto es el de los mastocitomas, en cuya extirpación debe incluirse unos cuantos centímetros de tejido sano. ¿Cómo podemos llevar a cabo este tipo de cirugía agresiva sin un análisis previo del tumor que vamos a extirpar? De ninguna manera, salvo que se haya realizado una biopsia prevía.

En cuanto al tratamiento, podemos decir que, la resección completa de tumores localizados cura más pacientes con cáncer que cualquier otra forma de tratamiento, en parte porque esta modalidad se aplica normalmente como tratamiento único en tumores locales, en enfermedades en estadíos iniciales o en tumores con potencial limitado para metastatizar. La mayoría de los pacientes con cáncer son «viejos». «Viejos» es un término relativo. Es más importante saber la edad biológica que la cronológica. A un perro «viejo» con una función orgánica normal no se le debería negar el tratamiento sólo en base a la edad. En palabras de Stephen J. Withrow: «los animales «viejos» en la mayoría de los casos tolerarán intervenciones quirúrgicas agresivas tan bien o tan mal como los «jóvenes». ¿Cuántas veces habéis negado la posibilidad de ser operado a vuestro perro porque: «es demasiado viejo»? ¿Cuántas veces los veterinarios no sometemos a perros viejos a cirugía por el miedo a perderlos durante el acto quirúrgico? Deberíamos recapacitar al respecto. Con esto no queremos decir que se deba admitir todo.

Os podemos decir que en la actualidad el uso combinado de quimioterapia y cirugía se está convirtiendo en algo habitual en oncología veterinaria. Muchos agentes quimioterápicos dificultarán hasta cierto punto la curación de la herida. A pesar del riesgo, pocos problemas importantes ocurren cuando se opera a un animal que está recibiendo quimioterapia. Si la medicación va a iniciarse una vez extirpado el tumor, lo recomendable es esperar de 7 a 10 días. Cada vez está más de moda el uso de quimioterapia intra o prequirúrgica y esto podría tener grandes implicaciones para la curación de las lesiones.

Y por último os contaremos algo sobre la prevención del cáncer. Los recientes descubrimientos sobre el genoma canino en lo referente a la susceptibilidad genética probablemente incrementarán las indicaciones quirúrgicas para la prevención. Es bien conocido que la esterilización temprana (antes del año) reducirá en un 200% el riesgo de tumores de mama en la perra comparado con perras intactas. La castración del perro macho ayudará a la prevención del adenoma perianal, también posiblemente del adenoma prostático y obviamente del cáncer testicular. La eliminación selectiva de los testículos criptórquidos es otro ejemplo de cirugía preventiva.

Dr. José Enrique Zaldívar Laguía.
Dra. Lina Sáez de Antoni.

Clínica Veterinaria Colores.
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Madrid-28045.